Unidad 6 La industria

UNIDAD 6. LOS ESPACIOS INDUSTRIALES
La industria es la actividad que transforma las materias primas en productos elaborados y semielaborados utilizando una fuente de energía.
Los 5 apartados que veremos en este tema serán:
LA INDUSTRIA Y LAS MATERIAS PRIMAS
LAS FUENTES DE ENERGÍA
LA INDUSTRIA ESPAÑOLA ENTRE 1855 Y 1975
LA CRISIS Y LA REESTRUCTURACIÓN INDUSTRIAL: 1975-1985
LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN LA ACTUALIDAD

  1. LA INDUSTRIA Y LAS MATERIAS PRIMAS
Distinguimos dos tipos de materias primas: las de origen orgánico (algodón, lana, madera, muchas de las cuales son escasas en España) y materias primas minerales (con tres tipos, minerales metálicos como hierro, cinc, plomo o cobre, en gran parte hoy agotados en España; minerales no metálicos como caolín, feldespato o sal, destinadas a la construcción y la industria química, con producción creciente; y las rocas de cantera como arena, grava, talco, yeso, granito, mármol y pizarra, que se emplean para la construcción y su producción ha crecido mucho en los últimos tiempos, incluso destinada a la exportación).
En segundo lugar vamos a hablar de los problemas de la minería. Son fundamentalmente dos: los económico-sociales relacionados con la crisis minera, que da lugar a una reconversión y a un proceso de inyección de capitales y aplicación de nuevas políticas para intentar aumentar su competitividad, y relacionados en segundo lugar con la dependencia externa, que lleva a la necesidad de reciclar metales; y los problemas medioambientales, marcados por la sobreexplotación, la contaminación y las alteraciones del paisaje

  1. LAS FUENTES DE ENERGÍA
Los dos conceptos claves serían aquí la dependencia energética y y el desequilibrio y los vamos a ver en tres sentidos: el consumo, la producción interior y el autoabastecimiento.
El consumo está ligado al aumento de la industrialización y del nivel de vida, y comenzó débilmente, con el carbón, pero se aceleró a partir de 1960 con petróleo, gas y otras fuentes.
La producción interior procede principalmente del carbón y la energía nuclear, aunque recientemente ha sido la eólica la energía que ha tomado la delantera. Petróleo y gas son casi inexistentes, a la espera de que prospere el proyecto de explotarlas en Canarias y Baleares.
El autoabastecimiento es muy bajo (18% en 2007) y obliga a recurrir a costosas importaciones que suponen una dependencia externa de un sector estratégico para el país (sobre todo debido a la falta de petróleo y gas natural).
A continuación vamos a ver las principales fuentes de energía. Destacamos 6 principales: carbón, petróleo, gas natural, energía nuclear, hidráulica y energías renovables.
El carbón es una roca estratificada de color negro, combustible, formada por la descomposición de restos vegetales. Hay distintos tipos (antracita, hulla, lignito, en función de su época de formación y poder calorífico). Tuvo un papel hegemónico durante la Primera Revolución Industrial y tras la Guerra Civil. Pero en los sesenta, con el fin de la autarquía, es sustituida por el petróleo. La crisis del 73 le dio un nuevo impulso pero desde el 84 vuelve a entrar en crisis, debido a su agotamiento (sobre todo los yacimientos de buena calidad), disminución de su demanda, explotación cara y política europea (que liberalizó los precios frente al proteccionismo anterior y obligó a realizar una reconversión). La política de recortes de la actualidad ha acabado con las ayudas estatales, provocando el cierre de minas y las protestas de los mineros. La producción se daba en trece grandes cuencas, destacando la astur-leonesa y la de Teruel (también se importa de países como Sudáfrica o Australia). El destino del carbón es la industria siderúrgica y cementera, calefacción y sobre todo la térmica (80%) para producción de energía eléctrica.
El petróleo es un aceite mineral de color oscuro compuesto por una mezcla de hidrocarburos y formado por la descomposición de capas geológicas de plantas y animales. Su auge se produjo en la década de 1960, pasando por un mal momento con el aumento de su precio con la crisis del 73. Mantiene su intensidad a pesar de la competencia de gas y electricidad, así como de los biocarburantes en el transporte. La producción es muy escasa (a la espera de una posible extracción en Canarias y Baleares) y se da en Burgos y Tarragona. Se importa fundamentalmente de Oriente Medio, Nigeria, México, Venezuela, Reino Unido y Rusia. El destino es su uso en el transporte y productos químicos, así como la producción de electricidad.
El gas natural es una mezcla de hidrocarburos gaseosos en la que predomina el metano. Se encuentra en yacimientos subterráneos (a veces asociado al petróleo). Su consumo se inició en 1969 y se extendió desde 1976. Su producción interior es insignificante y se localiza en Huelva y Sevilla. Se importa de Argelia fundamentalmente. Su destino es el uso calorífico en industrias y hogares, industria petroquímica y producción de electricidad.
La energía nuclear la podemos dividir en dos tipos: de fisión y de fusión. La energía nuclear de fisión procede de la separación de átomos pesados de uranio; Su uso comenzó en 1969 pero en 1984 tuvo un parón (moratoria nuclear) debido a la oposición de la opinión pública; Los riesgos, la fuerte dependencia exterior y la existencia de residuos altamente peligrosos son las causas de su posición débil. Su producción se basa en la importación de uranio de Níger y su destino es la producción de energía eléctrica, así como la radiología y radioterapia en hospitales. La energía nuclear de fusión consiste en la unión de isótopos ligeros de hidrógeno. Desde 1998 está en experimentación y España participa en el proyecto internacional ITER para buscar su producción y viabilidad económica.
La energía hidráulica procede del agua embalsada en presas y lagos que se hace saltar por tuberías y mueve turbinas conectadas a un generador que transforma la fuerza mecánica en electricidad. Tuvo un gran incremento entre 1940 y 1970. Su producción se sitúa en desniveles topográficos (Pirineos, etc.) y cuencas de ríos caudalosos (Tajo, Duero). Su destino es la producción de electricidad.
Las energías renovables proceden de recursos inagotables, son limpias y muestran una gran dispersión. Destacamos las minicentrales hidráulicas que utilizan cales de riego o saltos de ríos en Galicia, Cataluña, Aragón y Castilla y León; la biomasa procedente de la quema de residuos agrícolas, ganaderos, forestales, etc. con una importancia actual focalizada en la “biomasa verde” que produce biocarburantes para el transporte (bioetanol a partir de cereales y remolacha y biodiésel a partir de girasol y colza) en ambas Castillas y Andalucía; la energía eólica (actualmente la de mayor producción en España gracias a la reducción de costes y al apoyo institucional) que utiliza la fuerza del viento para producir energía mecánica o eléctrica en zonas montañosas (Galicia, Aragón ambas Castillas) o costeras (Tarifa, Canarias); la energía solar usa el calor y la luz del sol con plantas fotovoltaicas y centrales termoeléctricas dispersas por el territorio español; la energía geotérmica usa el vapor o el agua caliente subterránea, es muy escasa y se usa en las huertas (Murcia) o las viviendas (Ourense); la energía mareomotriz utiliza la fuerza del agua y destaca en la zona cantábrica (Cantabria y País Vasco).
Apartado propio merece la electricidad. La electricidad comienza a ser usada de forma tímida entre 1975 y 1960, ampliamente entre 1960 y el 85 y de forma aún más creciente desde ese año (asociado al aumento del nivel de vida. Se produce a través de centrales térmicas (vapor), nucleares (fisión del uranio), hidroeléctricas (agua), eólicas (viento), fotovoltaicas (luz solar). Su consumo se utiliza para mover motores, producir calor o frío, iluminar y transmitir electrónicamente información. Cataluña, Asturias y País Vasco, así como la Comunidad de Madrid, son las principales zonas consumidoras.
Los problemas relacionados con las fuentes de energía son tres: dependencia externa, reducción de la competitividad económica y fuerte impacto ambiental. La política energética está marcada por la UE y el Estado la dirige en colaboración con las comunidades autónomas, buscando la seguridad, la competitividad y la sostenibilidad. Para ello se lleva a cabo la disminución del consumo energético mediante la concienciación de los consumidores, el cierre de las instalaciones más contaminantes, el establecimiento de cupos, la depuración de aguas refrigerantes, etc. Además, el Plan de Energías Renovables busca el incremento de la aportación de estas energías.

  1. LA INDUSTRIA ESPAÑOLA ENTRE 1855 Y 1975
Vamos a distinguir cuatro fases: el lento inicio de la industrialización (se da entre 1855 y 1900, tan lento que algunos autores como Jordi Nadal hablan de “fracaso” de la industrialización, con algunas causas como la falta de materias primas y fuentes de energía, la escasa inversión, la escasa demanda, el atraso tecnológico, la situación exterior desfavorable y la inadecuada política industrial), el crecimiento en el primer tercio del siglo XX (entre 1900-1936, con crecimiento de la minería nacional, aumento de la inversión industrial –sobre todo por la repatriación de capitales tras el desastre del 98 y los beneficios obtenidos por las exportaciones de nuestro país neutral a los beligerantes durante la I Guerra Mundial-,aumento de la demanda de productos industriales, avances técnicos de la segunda Revolución Industrial –hidrocarburos y electricidad- y la política proteccionista que eliminó la competencia exterior); el estancamiento durante la guerra y la posguerra (entre 1936 y 1959 debido a las destrucciones provocadas por la guerra y a la política autárquica hasta el 59); y el desarrollo industrial (entre 1960 y 1975 gracias al aumento de inversión y demanda, las mejoras técnicas procedentes del exterior, el bajo precio de la energía y las medidas estatales a través de los planes de desarrollo industrial).
Con respecto a la producción, en la segunda mitad del XIX destacan la siderúrgica malagueña y cantábrica –Asturias, Cantabria, pero cobre todo País Vasco- y la textil catalana del algodón. En el primer tercio del XX y época franquista los sectores básicos (siderometalúrgico, energía, refinerías y petroquímicas) son fomentados por el estado a través del INI creado en 1941; las industrias de bienes de equipo (maquinaria, material de transporte) han estado atrasadas y dependientes de la inversión y la tecnología del exterior; y las industrias de bienes de consumo (agroalimentarias, textil, calzado, automóviles, electrodomésticos) han ido aumentando al hilo del aumento del nivel de vida (y por tanto, de la demanda interna).
Con respecto a la estructura el sistema de producción fue diverso, son pequeñas fábricas basadas en técnicas tradicionales y grandes fábricas con técnicas fordistas (cadenas de producción con obreros especializados en tareas determinadas), el tamaño de las empresas era muy contrastado (con empresas pequeñas necesitadas de proteccionismo, mayoritarias y con bajo nivel de inversión, tecnología y competitividad y grandes empresas relacionadas con el INI en los sectores de mayor crecimiento y complejidad tecnológica), el atraso tecnológico y la dependencia externa (financiera, tecnológica y energética) han sido claros y la mano de obra se ha caracterizado por su escasa cualificación.
La localización, es decir, los lugares donde se va a implantar industria, se basa en los factores clásicos (proximidad a materias primas y fuentes de energía, mercado de consumo amplio, mano de obra abundante y barata, sistemas de transportes eficaces, capital o la capacidad para atraerlo, sectores de apoyo y una política industrial favorable a la implantación de fábricas) y la tendencia a la concentración en grandes aglomeraciones urbano-industriales.
Las principales áreas son la periferia peninsular (Asturias, País Vasco, Cataluña, Valencia, zonas de Andalucía) y Madrid, mientras que en el resto del territorio solo hay focos industriales dispersos.
La política industrial estuvo marcada por la intervención estatal y la política proteccionista, con el objetivo de impulsar la industria y corregir su desigual reparto. Esto se lleva a cabo con la política de promoción industrial (con polos de promoción en áreas deprimidas como Burgos y Huelva o polos de desarrollo en zonas con una cierta actividad industrial previa o en zonas estratégicas, como A Coruña, Vigo, Sevilla, Valladolid, Oviedo…); pero los resultados fueron mediocres y la inversión y los puestos de trabajo creados no fueron los esperados. Incluso se acrecentaron las desigualdades. También se buscó la descongestión de las grandes aglomeraciones urbano-industriales con la creación de polígonos en áreas relativamente próximas.

  1. LA CRISIS Y LA REESTRUCTURACIÓN INDUSTRIAL: 1975-1985
Vamos a ver la crisis y la reestructuración industriales.
La crisis afectó a todos los países industrializados pero incidió de forma particularmente dura en España. Las causas externas fueron el encarecimiento de la energía (debido a la crisis del petróleo del 73), las innovaciones de la tercera Revolución Industrial (robótica, informática) que dejaron anticuado al sistema anterior, las nuevas exigencias de la demanda y la globalización de la economía (con los NPI –nuevos países industrializados, casi todos asiáticos- que producen más barato en sectores como el siderometalúrgico, naval, textil, calzado… y las causas internas fueron las deficiencias internas (dependencia externa, insuficiente modernización, excesivo consumo de energía) y la difícil coyuntura política con la muerte del General Franco y la transición a la democracia. Las consecuencias fueron el cierre de empresas, la caída de los beneficios, el paro y la postergación industrial española a nivel internacional.
La reestructuración industrial tiene dos vertientes: reconversión industrial (con el objetivo de lograr la viabilidad y competitividad de los sectores en crisis; sus actuaciones consistieron en ajustar la oferta productiva a la demanda a través de cierres, ajustes de plantilla con despidos y prejubilaciones y la modernización tecnológica; los sectores afectados fueron siderometalurgia, textil, electrodomésticos, calzado; los resultados fueron la reducción de empleo y la actuación en grandes empresas, mientras que muchas pequeñas y medianas empresas –pymes- quedaron excluidas) y la reindustrialización (con el objetivo de recomponer el tejido industrial, creando nuevas actividades económicas más rentables y con más futuro; la actuación más destacada fue la creación en 1983 de las ZUR –zonas de urgente reindustrialización- con incentivos fiscales y financieros a nuevas empresas que además absorbiesen parte de los parados procedentes de las empresas cerradas recientemente; las áreas fueron seis: Vigo-Ferrol, Madrid, Barcelona, Vizcaya, Asturias y Bahía gaditana; los resultados fueron desiguales, ya que beneficiaron a las grandes empresas y a Madrid y Barcelona).

  1. LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN LA ACTUALIDAD
Este punto vamos a hacerlo algo más extenso que los anteriores debido a su importancia, aunque tomaremos los mismos elementos de análisis: producción, estructura, áreas, etc.
La recuperación de la industria desde 1985 vendrá marcada por la incorporación a la Comunidad Europea (antecedente de la actual Unión Europea) con la integración en un mercado muy competitivo y la adopción de una normativa novedosa pero que generaron un aumento de mercado para los productos españoles, la desaparición de aranceles, la mayor accesibilidad a innovaciones y la entrada de capital extranjero; también hay que tener en cuenta los cambios producidos por la tercera Revolución Industrial, con innovaciones en el proceso de producción –métodos de producción y distribución-, organización –métodos de trabajo y gestión- y marketing –comercialización; la revolución tecnológica trae nuevos elementos como la telemática, automatización, nuevos medios de transporte, biotecnología, el láser y la intervención de energías renovables. Otros elementos a tener en cuenta serán la descentralización –proceso de producción dividido en fases y diferentes espacios, subcontratando empresas o creando redes de pymes-, terciarización del empleo industrial –aumentando la investigación y desarrollo, introduciendo máquinas que realizaban el trabajo de obreros manuales o de “mono azul” e introduciendo más trabajadores especializados o de “cuello blanco”-, la desregulación –precariedad laboral, empleo temporal, autoempleo- y la deslocalización –llevar la producción a zonas que ofrezcan condiciones más ventajosas-. Si bien es cierto que su aportación en el PIB y en trabajadores –ambos en torno al 15%- ha descendido (por el predominio del sector terciario) su aportación es decisiva para el país.
La producción industrial actual se puede resumir en: peso destacado de sectores maduros con baja intensidad tecnológica (metalurgia, siderurgia, electrodomésticos, naval, textil); fuerte presencia de capital extranjero en sectores dinámicos (automóvil –siendo el tercer exportador europeo tras Alemania y Francia, con la Citroën de Vigo, la Ford de Almussafes-Valencia, la Volkswagen de Zaragoza, La Renault de Valladolid, la Seat de la zona franca de Barcelona-, químico –dividido en petroquímico o químico de base generalmente en complejos junto a refinerías en Puertollano, Tenerife, Tarragona, etc. y la química de transformación para pinturas, fertilizantes, perfumes en País Vasco, Cataluña y Madrid- y el sector agroalimentario; menor implantación que en otros países de las industrias de alta tecnología (material eléctrico y electrónico, ordenadores, instrumentos ópticos y de precisión… ubicados por lo general en parques tecnológicos cerca de las grandes ciudades, con importancia en Madrid, Cataluña, País Vasco, Valencia y Andalucía).
La estructura actual de la industria viene marcada por tres elementos: la dimensión reducida de las empresas (la inmensa mayoría son pymes, pequeñas con menos de 50 empleados, medias con entre 50 y 250), la insuficiente inversión en investigación y desarrollo y la insuficiente y dependiente creación de tecnología.
La localización industrial actual viene marcada desde la década de 1980 por cambios en los factores y las tendencias de localización: pierden importancia la proximidad a los recursos naturales y al mercado, mantienen su relevancia la disponibilidad de buenos sistemas de transporte y de mano de obra y adquieren una gran importancia el acceso a la innovación y la información y las ventajas competitivas proporcionadas por el territorio (entorno empresarial innovador, ayudas a los agentes sociales…). Sin embargo, el resultado es complejo, con una situación dual entre el fortalecimiento d los centros industriales tradicionales (dado que en ellos tienden a instalarse las nuevas tecnologías) y la difusión de parte de las industrias hacia la periferia (por la saturación, los altos precios, las mejoras tecnológicas y de transporte…).
Las áreas industriales actuales marcan un fuerte desequilibrio territorial agravado por la tendencia de los sectores más avanzados de localizarse en las zonas más desarrolladas. A su vez, esto influye en la riqueza, el peso político y la dotación de infraestructuras de las diferentes regiones. Distinguimos cuatro áreas principales: desarrolladas (Madrid y Barcelona con reconversión de sectores maduros, revitalización y creciente terciarización, favorecida por la existencia aquí de las sedes de multinacionales y la implantación de sectores de alta tecnología), en expansión (con coronas metropolitanas que aprovechan la creciente deslocalización desde las metrópolis con polígonos industriales a lo largo de las principales vías de comunicación o empresas innovadoras en parques tecnológicos, franjas periurbanas en la zona de transición entre el espacio urbano y rural con polígonos de naves adosadas, ejes de desarrollo desde el Ebro hasta Cartagena y otros internos como las provincias limítrofes a Madrid o la zona Tordesillas-Valladolid, y áreas rurales con pequeñas industrias que a veces reciben apoyo de las instituciones locales), en declive (cornisa cantábrica y algunos enclaves como Cádiz, Ferrol, Puertollano, Ponferrada, asociados al declive y reconversión de sectores maduros , con grandes fábricas y pymes muy dependientes de éstas, fuerte conflictividad laboral, crecimiento urbano desorganizado y degradación ambiental; ha habido una pérdida de población pero en algunos lugares como el País Vasco se ha producido una revitalización industrial) y de industrialización inducida y escasa (inducida en Aragón, Castilla y León y Andalucía, aprovechando la promoción de enclaves o de ciertas industrias en las capitales de provincia y escasa en Castilla-La Mancha, Extremadura, Baleares y Canarias con localización poco competitiva).
Con respecto a la política industrial actual hemos de indicar que el marco en que se desarrolla se caracteriza por la apertura al exterior, la disminución de la intervención estatal, y la participación de la Unión Europea y de las comunidades autónomas en el diseño de la política industrial; la política sectorial tiene como objetivo solucionar el problema de la excesiva especialización de los sectores maduros –algunos necesitados de reconversión- y el insuficiente desarrollo de los sectores de alta tecnología , con ayudas públicas a la reconversión, creación de observatorios industriales para aconsejar sobre cómo mejorar la competitividad y el apoyo a los sectores más expuestos a la competencia exterior como el automóvil –amenaza de deslocalización a países con salarios y costes de producción más baratos- o el aeroespacial; la política estructural tiene como objetivo mejorar los problemas de competitividad y escasa internacionalización, con apoyo a pymes y grandes empresas, fomento de investigación, innovación y tecnología –con un 2% en gasto en I+D, amenazado por la crisis económica de 2008-2014 y la correspondiente política de recortes en el gasto público- extensión de las TIC a toda la sociedad y apoyo a la internacionalización promocionando los productos españoles en el exterior; la política territorial busca corregir los desequilibrios espaciales con la promoción industrial (Ley de Incentivos Regionales, ofreciendo compensación a la inversión en zonas desfavorecidas del país) y el desarrollo endógeno (con apoyo a pymes y grandes empresas para que compitan en una economía globalizada impulsando sus ventajas comparativas y potencialidades, con Agencias de Desarrollo Regional y Local, Sociedades para el Desarrollo Industrial y el impulso a distritos industriales o clústers); la política medioambiental de la industria busca solucionar problemas ocasionados por la industria (prevención de daños, operaciones de rehabilitación como en las rías de Bilbao y Avilés, investigación en tecnologías limpias –industria verde o ecológica- , medidas correctoras obligatorias –marcadas por el protocolo de Kioto- o voluntarias –auditorías medioambientales) y proteger el patrimonio industrial amenazado.


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